Hace poco lo describí como:
hogar de murciélagos, pasatardes en buena compañía, lugar de momentos inolvidables... símbolo de una vida.
Junto a sus pilastras fundamos K´s Factory, tallamos un chopo con nuestros nombres, descubrimos una playa, la gnomera, huimos de jabalíes, ibamos de merienda, celebrabamos cumpleaños, nos metíamos en broncas con motoristas del tres al cuarto, petardeabamos, literalmente, a los transeúntes, alguna vaciaba el tanque, nos grababamos cantando canciones de Enrique Iglesias, nos hacíamos fotos, bailábamos...
Arriba, sentadas en la barandilla de piedra, pasabamos muchas tardes: unas veces quietas esperando solamente a que pasara la tarde; otras grabando nuestros nombres con ayuda de un palo que rascara el musgo seco de la baranda; alguna agitando al aire algún sujetador a modo de autostop cuando era fiesta en el pueblo de al lado; muchas otras cazando murciélagos, haciendo puenting con ellos usando una soga hecha de tiras de bolsa de plástico... así conocimos a Teto...
y también pasabamos muchas mañanas: llevando piedras enormes, las más grandes que encontrábamos para tirarlas desde arriba y conseguir romper la película de plancton que cubría el río en su totalidad... y qué hay de aquella mañana de frío invierno en que una de las hermanas se pegó un bañito para recuperar su billete de 5000 pta. que por un despiste tiró de la barandilla abajo.
Muchos son los momentos buenos pasados en ese lugar.
Este post se lo dedico a una amiga, a la última de aquellas que poco a poco estoy perdiendo. Suerte que por mucho que nos distanciemos o pasemos todas de todas siempre permanecerán vivos aquellos recuerdos de temprana juventud o tardía niñez que tan felices nos hicieron. Nunca te olvido. Un beso.
