- Hola mami.
- ¡Hola hija! ¿qué tal?- me respondió con una efusión y un afecto extraño para como había comenzado la mañana- Te he traído una cosa- continuaba alegremente mientras se iba a su habitación.
"¿Qué me habrá traído, algún pastel?" pensaba. No había ninguna bolsa especial en la mesa de la cocina, así que si algo había tenía que estar en su bolso. Lo abro y encuentro una bolsita de papel verde. "¿Qué será?"
- Había muchas, de muchos colores, con brillo, sin brillo, más grandes, más pequeñas... muchas. Bueno yo llevo ésta a ver que le parece- me contaba.
- ¡Ay, una pinza! Sí, está muy bien para verano- dije.
- Te hace juego con las gafas... bueno este es más rosa -señalando la parte rosa de la pinza- pero mira, lleva muchos colores para poner con las camisetas... con la morada, la azu... (no tengo camiseta azul)- seguía ella ensalzando el uso que le podía dar a la magnífica pinza.
- Sí y con la naranja- puse como colofón a este entusiástico diálogo.
A mí, en general, las pinzas no me gustan pero es una manera fácil y cómoda de llevar el pelo un poco en su sitio. ¿Los modelos? surgen de diversas historias, del mismo modo que diversas historias surgen de cada modelo.
A un amigo no le gustan. Muchas veces me las arrebata para que lleve el pelo suelto. A algunas las ha puesto nombre y en muchas de nuestras típicas frases está incluída la pinza.
Cinco años atrás el Raro intentaba quitármela en los intermedios de clase o cuando íbamos en el bus. No, no, no, nunca le dejaba. La pinza es algo muy íntimo para que tú me la quites.
Otros me preguntan: "¿Cuando te quitas la pinza te queda el pelo así?" Eso me recuerda a cuando iba al cole con coleta y el Oscar también me preguntaba: "¿Cuando te quitas la goma para dormir te queda el pelo así?
Motivos ¿estéticos? :S, comodidad, costumbre... varias son las razones por que las llevo pero la verdadera la contaré hoy aquí.
Cuando tenía 4 años, en las fiestas de Villalón de Campos, uno de los carruseles, de esos que tienen columpios de cadenas alrededor y caballitos en el interior y dan vueltas muy rápido, me golpeó en la cabeza. Se me abrió una gran brecha que no paraba de sangrar. Las mujeres del pueblo se acercaban a mí y me decían que no llorara que me iban a regalar unos borreguitos recién nacidos... que no llorara que era una niña muy bonita...
La herida se cerró sola, sin puntos pero a veces... a veces, con el sol, se abre dejando al descubierto los sesos. Esto no me produce ningún daño, al contrario, me beneficia ya que oxigeno el cerebro.
Este es el motivo real por el cual llevo la pinza, y en su día coleta, para sujetar el pelo de ambos lados de la cabeza, tirar de ellos para atrás y evitar así que la herida se abra y se escape, se esparza y prolifere a lo largo y ancho de este vasto mundo parte de mi genial sesera.
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