Érase una vez un pollito amarillo que no podía cantar. Aunque era feliz, el pollito se pasaba muchas tardes llorando escondido bajo las ramas de la higuera.
Una de esas tardes de lamento, la anciana y sabia higuera le preguntó:
- ¿Qué te pasa amigo pollito?
- Que no puedo cantar- le contestó acurrucado con la cabeza entre las patitas.
- Pero si puedes hablar puedes cantar- replicó la higuera.
- No, cantar no- lloraba el pollito –soy muy pequeñito y solo logro decir pío, pío, pío.
La higuera movió sus ramas para acariciar al pollito.
- Vamos a hacer una cosa- dijo la higuera mientras cogía al pollito para sentarlo sobre su tronco y verle la carita- mañana al amanecer te subiré a lo más alto de mí, así serás el más alto del corral y podrás cantar.
- De acuerdo- contestó el pollito agitando sus alitas.
Al fin llegó el amanecer y rápidamente el pollito se levantó de su cama para ir a la higuera. La higuera aun dormía, era perezosa y no acostumbraba a madrugar.
- Higuera, despierta que soy el pollito que viene a cantar- decía el pollito moviendo las ramas más cercanas al suelo.
- Ahhh- bostezaba la higuera- buenos días.
- Está apunto de amanecer, súbeme a la rama más alta- decía con impaciencia el pollito.
- Venga, agárrate fuerte, que te subo. Una, dos y… tres, ¡arriba!
- Qué alta eres higuera, desde aquí puedo ver todo el corral- decía el pollito mirando a un lado y al otro una y otra vez- Soy el más grande de todos los pollos del corral.
- Canta, pollito, canta, que el sol está apunto de salir y si te descuidas el gallo se te adelantará- apresuraba la higuera al pollito.
El pollito cogió aire, mucho aire y… y lo volvió a soltar sin cantar.
- Pero canta; canta. A qué esperas- decía la higuera.
- Ya voy, ya voy. No me pongas más nervioso de lo que estoy- acallaba el pollito.
El pollito cogió aire y… cogió más aire y… cogió más aire y cuando tuvo bien llenos los pulmones…
- Kikiiiiirikiiiiiiiii
- Bien, pollito, bien- decía la higuera agitando sus ramas
- Lo he conseguido, lo he conseguido- repetía el pollito tambaleándose sobre la copa de la higuera- lo he conseguido, he cantado.
La higuera bajó al pollito de sus ramas y lo posó en el corral. Una vez en el suelo, todas la gallinas, pollos, pollitos y el gallo del corral le rodearon y le felicitaron.
- Desde hoy- dijo solemnemente el gallo- tu canto dará la bienvenida a los nuevos días.
El pollito se puso muy contento y agradeció a la higuera su ayuda, solo nunca lo hubiera conseguido.
Y desde aquel amanecer, todos los amaneceres fueron recibidos por el canto del pollito sobre la higuera.
Y colorín colorado este cuento cantado se ha acabado.
sábado, 17 de marzo de 2007
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